Saturday, May 19, 2007

Soy comunista

Soy comunista. Lo soy desde una edad temprana, es decir, aprendí a ser comunista y lo que esto significaba a una edad en la que la mayoría aprende juegos infantiles. Me siento orgulloso de esto, yo no me avergüenzo de serlo, no lo hago como aquellos que antaño se llenaban la boca al presumir que eran más comunistas que Marx y cuando cayó el Muro de Berlín fueron los primeros en saludar la democracia de versión americana. Esto lo aclaro porque sé que seré criticado por la gente que me conoce, la razón, ahora la expongo.

Sucede que en México gobierna la derecha y esto desde luego, no es muy de mi agrado, aunque prefiero que ellos lo hagan y no la falsa izquierda comandada por el Tlatoani intolerante llamado Andrés Manuel López Obrador. Felipe calderón llegó a la presidencia de México y dijo que iba a rebasar por la izquierda, muchos se rieron, otros, consideraron esto como una burla o un desafío al dolido AMLO. Yo dije, está bien, vamos a ver que pasa. ¿Y qué pasó? Pues que Calderón demostró con acciones –pequeñas si se quiere- significativas que tenía quizá más noción de la izquierda que aquellos que presumen de llevar a Juárez en el pecho. Ya lo dije, soy comunista y por lo mismo tengo que ser sincero y reconocer lo que el adversario ideológico ha hecho. Ser comunista no es ser dogmático –contrario a lo que los ignorantes piensan- por eso no podemos negar la verdad.

A mi parecer, una de las cosas más significativas ha sido la de los operativos contra la delincuencia organizada. El Señor Calderón emprendió un camino que no se atrevieron ni los últimos sexenios priistas, ni el rancherito Fox. Si estos operativos tendrán el éxito que se requiere creo que eso es algo difícil de vaticinar. Pero creo que atreverse a hacerlo es digno de mérito. Calderón se ha distinguido porque hasta ahora no le ha mentido a la gente, ha dicho que no será fácil, que costará vidas, muchas quizá. Ya hacía falta que alguien hablara con honestidad.

Pero es aquí donde los que en México se dicen lo únicos con la altura moral de ser considerados de izquierda –aunque si ellos realmente lo fueran, para los que nos decimos sería una vergüenza. Se rasgan las vestiduras. Dicen que el ejército no debe de combatir a la delincuencia organizada. Está bien, cualquiera puede dar su opinión, pero ya que se la pasan criticando, que nos digan quien carajos lo va a hacer, porque en México, al menos en este momento, no existe otra institución con la capacidad, la disciplina y los recursos tanto humanos, como técnicos, para hacerlo.

Acá sucede algo muy curioso, llamamos ejército represor a aquel que ayuda cuando suceden desastres naturales; llamamos asesinos a aquellos soldados que hasta hace unos días, ganaban un sueldo muy bajo y no obstante, brindan ayuda y comida a la gente que así lo requiere. Este ejército “represor” en nada se parece al argentino de lo años de la dictadura de Videla en Argentina o al de Chile de Pinochet. De hecho, ni siquiera se parece a la policía antimotines que reprendió con lujo de violencia las manifestaciones de estudiantes de secundaria, es decir a niños y adolescentes en Santiago de Chile. Sí, en ese Chile de economía boyante y de gobierno socialista. Que lástima que ante esas escenas de violencia injustificable los seguidores del Mesías AMLO, no hayan emitido comentario alguno. Bueno, se entiende de ellos, pues aún están en el razonamiento de cómo fue que les arrebataron el triunfo.

En los últimos días me entero de que la Comisión Nacional de Derechos Humanos está investigando, pues al parecer, fueron violadas 4 mujeres por elementos del ejército en un Pueblo donde se realizaron los operativos. Leo en Milenio que se maneja la teoría de que todo fue orquestado por el narco, que a estas mujeres se les pagó para que dijeran eso. La verdad, esto no me extraña. Existen Pueblos en México que su economía depende de dos ramas: La inmigración y el narcotráfico. Luego entonces, si el ejército sitia y patrulla una población en que la mitad de sus habitantes subsisten gracias al negocio de la droga, quiere decir que la economía de esta población está en peligro. Lo mismo sucede en las favelas brasileñas. Cuando la policía entra a buscar droga, las favelas se convierten en un campo de batalla donde los habitantes de éstas tienen que defender a los que les brindan dinero y hasta cierto punto seguridad. Es por eso que hay que hacer lo posible por echar al “incómodo” o sea al ejército.

Desde luego que no descarto que se pueda dar el caso de que esto sea verdad, es decir, que sí hayan sido violadas estas mujeres por elementos militares. Digo, hay que tomar en cuenta que en gran mayoría, la tropa está integrada por gente con mínima instrucción académica o que se guía por usos y costumbres distintos a los de la sociedad moderna, por llamarla de algún modo. Hay pueblos en el Estado de Chiapas en los que el Padre cambia a la hija por dos cajas de Pepsi-Cola y a nadie en la población le espanta esto.

Considero que esto debe de ser tratado en su justa dimensión. Si el hecho es real, que se castigue a los responsables, pero que no se generalice. Que no se diga se use esto con fines políticos o mezquinos. Es importante esto, pues más allá de la ideología que nos distinga, como ciudadanos necesitamos vivir en paz y el Estado tiene la obligación de garantizarnos un País libre y seguro. Si no es así, quiere decir que los más de cien millones que habitamos este territorio, no somos capaces de construir una Nación.

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