Thursday, January 24, 2008

Aquí está el primer capítulo de la nueva novela

Se llama La Ciudad en la palma de la mano.

Es extraña, pero me agrada, espero que a los que la lean también les resulte agradable.

En fin, aquí dejo el primer capítulo.

vale.

La Ciudad en la palma de la mano

Capítulo 1:

Mirando a la Ciudad


¿Por qué todo aquí tiene que oler a mierda? Bueno, en realidad no es así, lo que no huele a mierda huele a orines. Qué poca madre, los mismos que venden comida en los oxidados y viejos puestos de metal son los mismos que defecan de la manera más impune en las banquetas. Antes, dicen, no era así, ¿Quiénes lo dicen? Los ancianos que ahora miran con nostalgia. Yo no lo sé. Yo digo que siempre ha sido así. La ciudad es una gran mojonera. Sin embargo sé que nunca podré ir a otro lado. Es decir, no podré vivir en otra ciudad. Esta me arropa, me ata, es el peor de mis vicios. Eso precisamente, la ciudad es un vicio, mi vicio.
Conozco cada calle y cada esquina, cada callejón y cada guarida. Mi padre decía que a la gente se le descubre el oficio en el rostro. Eso es algo cierto, tanto al ladrón como al que no trabaja y al que si lo hace, se les nota enseguida. Que sabio era mi padre, claro, cuando no se bebía su botella de 1/4 de litro de alcohol de 96 grados porque entonces cualquier cosa podía pasar. Podía despotricar contra la iglesia o contra el alza de impuestos. No pocas fueron las veces en que anunció la iniciación de otra revolución. Ahora sí -decía- la gente ya no aguanta. Pero se equivocaba. La gente tiene un caparazón durísimo que le permite soportar tantas cosas, tantas mentiras, tantas burlas. Después de tantos años me doy cuenta que no es tan mala la mierda esta, la que hiede, mala la que sale de la boca y de los actos de los políticos. Esa es letal. Por eso tiene a tanta gente sumida en la pobreza. No es que la gente no trabajé, conozco gente que trabaja hasta 14 horas diarias y aún así no se aleja de la barra de pobreza.
Estas calles siempre me traen recuerdos, con ellos siempre me lastiman pero al final agradezco que lo hagan. La nostalgia para mi es algo necesario. Antes, cuando era joven y aún no cumplía los 20 confundía el amor con la nostalgia. Eso es lo malo de ser joven, se confunde una cosa con la otra. Antes pensaba que me enamoraba de cada chica que veía, pero no era así, todo era nostalgia, pura nostalgia. ¿Nostalgia de qué? No lo sé, la nostalgia nunca da explicaciones.
Pese a todo esta ciudad es magnífica. He conocido aquí a mucha gente valiosa. A la más sabía la pude escuchar mientras me servían la botana en un bar céntrico a las dos de la tarde. Aquí cualquiera viene y te cuenta una historia. No sé, quizá y con un poco de suerte alguien en cualquier bar de pronto me cuente una historia que se me haga conocida. Quizá alguien me cuente alguna vez la historia de mi vida.
Creo sin embargo, que aún me faltan muchas cosas por conocer de esta ciudad. Creo que no basta con los bares, los museos y los parques. Creo que no basta con enamorar a las putas, ni con cortejar a la chica amable del servicio de revelado e impresión fotográfico. No, no basta. Por eso todas las tardes camino por esta ciudad, siempre a la espera de algo nuevo o algo desconocido. Enciendo un cigarro, creo que no hay nada mejor para una tarde que anuncia lluvia que un Pall Mall.

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