Monday, June 05, 2006

A propósito de las máquinas de escribir.

Recuerdo que una vez compré una máquina de escribir seminueva, por cierto estuvo muy barata, me costó algo así como 10 dolares. Una ganga. Pensé que me sería muy útil, ya que en esto de escribir, uno se lleva su tiempo, sobre todo si se hace con bolígrafo. Así que ya decía, compré la máquina en un puesto ambulante, con un cuate que también vendía películas y revista pornográficas, y que leía -para no perder el tiempo- algo de Faulkner. No hubo que regatearle mucho, pues utilicé mis viejos métodos de convencimiento: Nadie ta va a dar más por ella, ya está vieja...en fin, ustedes comprenden. Él, hay que decirlo, quería que yo le comprara la máquina, pues estuvo de acuerdo en lo que le ofrecí. Total que me alejé feliz de allí, con mi maquinita al hombro -pues ternía includia su mochila-. En eso vi una manifestación, cosa que me llamó la atención...Todo era lleno de colores ya alegría, nadie se quejaba, todos los participantes cantaban y bailaban. Era una marcha gay. No voy a caer en excesos, ni a describir demás las cosas -imaginenselo-. Pero si voy a decir que me uní al contingente -no porque sea gay, que conste,- Antes de llegar al Zócalo, ya me daban ganas de tirar la dichosa máquina de escribir. Para acabr pronto, terminé bien borracho, en la plancha del Zócalo, con una botella de ron de a 1 litro en mi mano izquierda. Que cosas tan locas puede llegar a hacer uno en la vida. En cuanto a la maquinita, llegó a la casa sana y salva, pero nunca la usé para escribir, nunca. Ni siquiera para un poema. Seguí haciéndolo con bolígrafo. No sé por qué. Quizá por flojera o por nostalgia. Por esas fechas escribí dos novelas. Como por esos días no tenía para una computadora, mis horas de sueño se reducían a tres o menos. Ahora que tengo computadora -de hecho dos- añoro esos días...bebía mucho café y escuchaba a Pedro Vargas...Me sentía muy romantico por aquellas fechas.

Cuanto se vive en tan poco tiempo. No cabe duda.

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